Aguer: “Nos dicen retrógrados por oponernos a leyes inicuas”
Buenos Aires, 27 Jul. 10 (AICA).- “Nos acusan de retrógrados cuando nos oponemos a las leyes inicuas que pretenden una reingeniería de la sociedad contrariando al orden natural. Al sostener el respeto de este orden estamos preparando el futuro, la reconstrucción de lo que destruyen los ideólogos, utopistas y políticos aprovechados. Estamos defendiendo la integridad del hombre y su futuro”, ya que hoy “la Iglesia es el único reaseguro del futuro del hombre, porque sólo en la visión cristiana del mundo queda salvaguardada la auténtica concepción de la persona humana y de su dignidad”.
Estos fueron algunos de los conceptos que expuso el arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, en el discurso pronunciado en el acto inaugural de la XXII Exposición del Libro Católico, que se llevó a cabo ayer en la Casa de la Empleada, obra de Monseñor Miguel de Andrea (Sarmiento 1272).
La exposición, que por celebrarse este año en adhesión al Bicentenario de la Revolución de Mayo tiene como lema: “El buen libro, al servicio de una Patria de hermanos”, se extenderá hasta el domingo 8 de agosto, en cuya oportunidad el cardenal Jorge Mario Bergoglio celebrará, a las 19, la misa de clausura.
Un nutrido programa de actividades culturales que comprende conferencias, conciertos, presentación de libros, visitas guiadas para colegios, sorteo de libros, etc. se desarrollará durante las dos semanas de la exposición, con entrada libre y gratuita de lunes a sábados de 9 a 21, y los domingos de 15 a 21. Todos los actos culturales comienzan a las 19.
El acto inaugural fue presidido por monseñor Aguer; monseñor Robert Murphy, secretario de la Nunciatura Apostólica; monseñor Antonio Juan Baseotto C.SS.R., obispo castrense emérito; la señora María Angélica Sánchez de Torillo, presidenta de la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas (FACE); y Manuel Outeda Blanco, fundador y presidente de la Exposición del Libro Católico.
En un lugar destacado del estrado, con una guardia de dos miembros del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín, estaba ubicada una histórica imagen de la Virgen de Luján, donada por monseñor de Andrea a la Casa de la Empleada.
En un salón de actos repleto de asistentes, comenzó el acto con el Himno Nacional Argentino, seguido de las palabras de bienvenida a cargo de la dueña de casa, señora de Torillo, y de Outeda Blanco, quien declaró inaugurada la muestra.
XXII Entrega de la estatuilla “Padre Leonardo Castellani”
Como ya es tradicional, se entregaron las distinciones correspondientes a 2010: el galardón “Cruz del Sur” que premió al programa televisivo “Claves para un Mundo Mejor”, que dirige el periodista Héctor Garabal; las Fajas de Honor “Padre Leonardo Castellani” a autores de nuevos libros; los premios del Certamen Literario Católico Nacional “Cardenal Antonio Quarracino”, que recibieron cuatro alumnos de diversos colegios del país; y la estatuilla de bronce “Padre Leonardo Castellani”, que en esta ocasión le fue asignada al padre Carlos Miguel Buela, fundador del Instituto del Verbo Encarnado, e inspirador inicial de esta exposición del libro católico, hace unos 40 años siendo un joven sacerdote.
En nombre del padre Buela, que se encuentra en Roma, recibió la estatuilla el padre José Hayes IVE, párroco de Santa Rosa de Lima, de La Plata.
Antes de la entrega habló, para rendir homenaje al padre Buela, habló el ingeniero agrónomo Mario F. Abal Medina, miembro del Centro de Profesionales de Acción Católica “Santo Tomás de Aquino”, quien se refirió a la personalidad del religioso premiado y también al padre Castellani, cuyo nombre lleva la distinción.
Necesidad y urgencia de la buena lectura
En su alocución monseñor Aguer señaló que además de la necesidad de recurrir a la lectura de buenos libros para la formación personal, hoy habría que añadir la urgencia de la buena lectura para alimentar el conocimiento de la fe, sobre todo debido a la situación religiosa y cultural en la que se encuentra el creyente en cualquier lugar del mundo.
“Es sabido –aunque no figure habitualmente en los noticieros ni se hable de ello en los periódicos– que el cristianismo es perseguido implacablemente en algunas regiones. Pero existe otro tipo de persecución, más insidiosa que aquella que enfrenta a los fieles con la posibilidad del martirio de sangre. Es la difusión de una cultura anticristiana que va horadando las convicciones de fe, sobre todo en la gente sencilla, y que incluye actitudes de desprecio y ataques que intentan desacreditar a la Iglesia y desplazar su influjo en la vida de la sociedad”.
Y hablando expresamente de nuestro país, el arzobispo platense dijo que “lo que está ocurriendo actualmente en la Argentina ilustra claramente esta situación. Entre nosotros se está desarrollando un nuevo ‘kulturkampf’, una guerra cultural análoga a la que se vivió en la década de 1880: cenáculos pseudointelectuales, círculos políticos y el ambiente oficial mismo parecen comprometidos en un programa sistemático para liquidar lo que resta de cultura cristiana en la sociedad argentina”.
Sin embargo, añadió, “no son los citados los únicos agentes de ese proceso: para aludir sólo a dos fuentes digamos que las universidades lo alimentan desde hace décadas y los medios de comunicación, en su mayoría, lo aceleran hasta límites inéditos de degradación, arremetiendo impunemente contra el sentido común, la decencia elemental y el buen gusto. La confusión es la nota de la época: confusión intelectual y moral; amparados en ese brumoso clima los ejecutores de la guerra cultural contra las verdades, sentimientos y realidades católicas se dicen católicos y probablemente se creen tales, y se atreven a dar lecciones a la Iglesia y a su magisterio”.
Luego se refirió al “peligro más grave para el catolicismo”, denunciado recientemente por el papa Benedicto XVI: “El daño mayor, de hecho, lo sufre la Iglesia por lo que contamina la fe y la vida cristiana de sus miembros y de sus comunidades, corrompiendo la integridad del Cuerpo místico, debilitando su capacidad de profecía y de testimonio, empañando la belleza de su rostro. Digamos de paso que este fenómeno de corrupción interior resulta letal cuando se verifica en el clero, en los centros académicos y en otros ámbitos eclesiales de formación, en las publicaciones eruditas o en las que llegan a los fieles, producidas por editoriales católicas”.
De ahí la necesidad y la urgencia de formarse mediante buenas lecturas “algo de todo esto, bastante, se podrá hallar en los anaqueles de esta Exposición”.
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