La reforma de Benedicto XVI
El acto contó con la presencia del cardenal Antonio Cañizares Llovera, hasta hace poco arzobispo de Toledo, sede primada de España, a quien Benedicto XVI nombró Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El cardenal Cañizares escribió el prólogo de la edición española, en el que recuerda expresamente el mandato del Concilio Vaticano II: "El Sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios”, a propósito de lo cual habla de su inclusión en los estudios de formación sacerdotal.
El libro tiene una introducción -que también está en la edición italiana- escrita por Vittorio Messori, en la que, entre otros conceptos, dice: “La ‘crisis litúrgica’ que siguió al Concilio Vaticano II ha causado un cisma, con excomuniones ‘latae sententiae’ incluidas. Ha provocado malestar, polémicas, sospechas, acusaciones recíprocas. Ahora bien, podrá parecer extraño pero, en lo que a mí me toca, semejante tempestad no ha disminuido sino que, al contrario, ha aumentado mi confianza en la Iglesia. La confianza en que llegarían tiempos como los que en este libro describe, con el debido realismo, pero con gran esperanza, el padre Nicola Bux”.
Nicola Bux, sacerdote de la arquidiócesis de Bari, estudió y enseñó en Jerusalén y Roma. Docente de Liturgia Oriental y de Teología de los Sacramentos en la Facultad Teológica Pugliese, fue perito en el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía. Es consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para las Causas de los Santos y consejero de la revista teológica internacional “Communio”. Recientemente fue nombrado consultor de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
“Cuando en julio de 2007 -escribe el padre Bux- el Motu Proprio de Benedicto XVI restableció la celebración de la Misa en latín, desde muchas partes se elevaron resonantes voces de protesta. El temor difundido era –y es– que el papa Ratzinger finalmente se había quitado la máscara, revelándose aquel reaccionario defensor de la tradición que la mayoría lo acusaba de ser ya desde los tiempos en que era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, o sea, el ex–Santo Oficio. A estas objeciones, Benedicto XVI replicó mostrando cómo el retomar el rito latino no es un “paso atrás”, un retorno a los tiempos anteriores al Concilio Vaticano II, sino un mirar adelante, retomando de la tradición pasada lo más bello y significativo que ella puede ofrecer a la vida presente de la Iglesia. Lo que el papa Ratzinger quiere hacer en su paciente obra de reforma es renovar la vida del cristiano –los gestos, las palabras, el tiempo de lo cotidiano– restaurando en la liturgia un sabio equilibro entre innovación y tradición. Haciendo con esto emerger la imagen de una Iglesia siempre en camino, capaz de reflexionar sobre sí misma y de valorar los tesoros de los que es rico su cofre milenario”.
La liturgia entre la innovación y la tradición
P. Nicola Bux
Toledo (España), 8 May. 09 (AICA): En el Seminario Mayor de Toledo se presentó ayer la versión española del libro “La Reforma de Benedicto XVI”, cuyo autor es el padre Nicola Bux, consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
El acto contó con la presencia del cardenal Antonio Cañizares Llovera, hasta hace poco arzobispo de Toledo, sede primada de España, a quien Benedicto XVI nombró Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. El cardenal Cañizares escribió el prólogo de la edición española, en el que recuerda expresamente el mandato del Concilio Vaticano II: "El Sacrosanto Concilio, ateniéndose fielmente a la tradición, declara que la Santa Madre Iglesia atribuye igual derecho y honor a todos los ritos legítimamente reconocidos y quiere que en el futuro se conserven y fomenten por todos los medios”, a propósito de lo cual habla de su inclusión en los estudios de formación sacerdotal.
El libro tiene una introducción -que también está en la edición italiana- escrita por Vittorio Messori, en la que, entre otros conceptos, dice: “La ‘crisis litúrgica’ que siguió al Concilio Vaticano II ha causado un cisma, con excomuniones ‘latae sententiae’ incluidas. Ha provocado malestar, polémicas, sospechas, acusaciones recíprocas. Ahora bien, podrá parecer extraño pero, en lo que a mí me toca, semejante tempestad no ha disminuido sino que, al contrario, ha aumentado mi confianza en la Iglesia. La confianza en que llegarían tiempos como los que en este libro describe, con el debido realismo, pero con gran esperanza, el padre Nicola Bux”.
Nicola Bux, sacerdote de la arquidiócesis de Bari, estudió y enseñó en Jerusalén y Roma. Docente de Liturgia Oriental y de Teología de los Sacramentos en la Facultad Teológica Pugliese, fue perito en el Sínodo de los Obispos sobre la Eucaristía. Es consultor de la Congregación para la Doctrina de la Fe y de la Congregación para las Causas de los Santos y consejero de la revista teológica internacional “Communio”. Recientemente fue nombrado consultor de la Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice.
“Cuando en julio de 2007 -escribe el padre Bux- el Motu Proprio de Benedicto XVI restableció la celebración de la Misa en latín, desde muchas partes se elevaron resonantes voces de protesta. El temor difundido era –y es– que el papa Ratzinger finalmente se había quitado la máscara, revelándose aquel reaccionario defensor de la tradición que la mayoría lo acusaba de ser ya desde los tiempos en que era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, o sea, el ex–Santo Oficio. A estas objeciones, Benedicto XVI replicó mostrando cómo el retomar el rito latino no es un “paso atrás”, un retorno a los tiempos anteriores al Concilio Vaticano II, sino un mirar adelante, retomando de la tradición pasada lo más bello y significativo que ella puede ofrecer a la vida presente de la Iglesia. Lo que el papa Ratzinger quiere hacer en su paciente obra de reforma es renovar la vida del cristiano –los gestos, las palabras, el tiempo de lo cotidiano– restaurando en la liturgia un sabio equilibro entre innovación y tradición. Haciendo con esto emerger la imagen de una Iglesia siempre en camino, capaz de reflexionar sobre sí misma y de valorar los tesoros de los que es rico su cofre milenario”.
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