miércoles, 18 de mayo de 2011

¿Entiendes lo que lees? del P. Horacio Bojorge - Mons. Antonio Marino

¿Entiendes lo que lees? del P. Horacio Bojorge
Mons. Antonio Marino


Sobre el libro del P. HORACIO BOJORGE, ¿Entiendes lo que lees? La interpretación bíblica en crisis. Un informe. Buenos Aires, Gladius, 2007; 133+[1] pp.


El Padre jesuita Horacio Bojorge, biblista y teólogo uruguayo de extensa trayectoria en tierras argentinas, enriquece la notable lista de sus libros con esta obra destinada a un amplio círculo de lectores. El profesor universitario se allana a fin de que su mensaje llegue más fácilmente a sus destinatarios, que son principalmente los fieles ávidos de un mayor conocimiento de la Palabra divina y que hoy padecen perplejidad y escándalo ante la prepotente exhibición de falsa ciencia de parte de muchos profesores de Sagrada Escritura, de predicadores y de catequistas.

La obra consta de dos partes. La primera lleva por título “Visión global”. En sendos capítulos recoge el contenido de un par de conferencias, donde procura ayudar a quienes padecen la tiranía del racionalismo y la incredulidad que exhiben los profesionales de la exégesis, ante el silencio de quienes deberían pronunciar una palabra orientadora. Con mucha frecuencia, nuestros fieles hoy oyen o leen afirmaciones tan audaces como aberrantes que soportan con desconcierto e impotencia, sea desde la cátedra, la homilía dominical, o bien en revistas y libros supuestamente destinados a alimentar su fe. Un listado de catorce ejemplos, bien elegidos, a modo de elenco ilustrativo, logra convencer acerca de la oportunidad de escribir este libro.

El Autor se esfuerza por brindar un diagnóstico e indicar una terapia. Desea descubrir las raíces de la crisis en que se encuentra la ciencia bíblica y mostrar los criterios elaborados por la Iglesia y recogidos en la Constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II, para la recta interpretación de las Escrituras.

La segunda parte contiene dos estudios exegéticos bajo el título “Casos representativos”. El primero está dedicado a los relatos de multiplicación de panes y peces, mostrando que las mismas no pueden diluirse en una mera enseñanza moral sobre la solidaridad y la necesidad de compartir los bienes, interpretación muy difundida y escuchada con cierta frecuencia en la predicación. Aun desde el rigor exegético estas multiplicaciones son necesariamente milagrosas. El segundo estudio está dedicado a la interpretación de Mt 25, 31-46. Ante una interpretación deformante cada vez más extendida, -de la que Juan Luis Segundo y otros autores sirven de paradigma- que pretende ver allí "la carta magna de la salvación por el mero humanitarismo naturalista y no-religioso", Bojorge muestra que en las tres parábolas precedentes los creyentes son juzgados según la actitud con que hayan vivido la espera de Cristo y de su Reino; aquí, en cambio, el juicio se dirige a las naciones, "de cara a su actitud ante la Iglesia". La salvación, pues, no es resultado de mera filantropía, exenta de connotación religiosa.

La obra se cierra con dos apéndices. En el primero se reproduce la retractación exigida a un escriturista acerca de la existencia del demonio y su carácter personal. El segundo puede ser considerado como la resolución práctica de todo el trabajo y lleva por título “Pequeña guía de perplejos. ¿Qué hacer?”.

Habida cuenta de los destinatarios, el P. Bojorge escribe en un estilo directo, a modo de voz de alerta, que tiene el mérito del impacto y de la claridad. Ante un incendio, ¿no agradecemos los gritos de alarma y algunas estridencias?. Seguramente el carácter pastoral, sintético y divulgativo de la obra, aunque siempre nutrido de sólida ciencia bíblica y teológica, hace que el Autor no se detenga a matizar y profundizar muchas de sus afirmaciones. Como contrapartida hay que decir que se gana en pedagogía, puesto que exponer ciertos temas de manera más prolija y científica podría también conducir a los destinatarios hacia la dispersión.

La descripción de la crisis instalada resulta aguda y oportuna. Encuentro particularmente refrescantes las reflexiones del capítulo II de la primera parte, con amplio apoyo en doctrina del Magisterio eclesial más reciente. Igualmente lúcida la exhortación a la toma de distancia respecto del favor del mundo y de cierto stablishment académico vigente.

Como hemos ya anticipado, algunas aserciones exigirían algún matiz aclaratorio. Otras, se prestan al debate. Entre las primeras, hay una recurrente, que atraviesa sus reflexiones a lo largo del libro y consiste en identificar la matriz del problema con la "protestantización del catolicismo" y con el influjo dominante del mundo anglosajón sobre los países de cultura latina. Sin pretensión de ser exhaustivos remitimos a pp. 17, 18, 21, 22, 29, 66, 73, 74 ...

En este punto, soy del parecer de que quizás podemos formular de mejor manera el núcleo de la crisis en la actualidad. La expresión "protestantización de la fe", también ha acudido a mi mente con espontaneidad y frecuencia, en estos pasados años de práctica pastoral, lecturas y docencia. Creo que expresa una verdad. Pero me pregunto, no obstante, si hoy día no sería más exacto hablar de un influjo común del secularismo cultural sobre exégetas y teólogos tanto católicos como protestantes, y que, sin confundir las fronteras dogmáticas que nos separan, en ambas partes podemos encontrarnos con ejemplos de fidelidad o infidelidad a la hora de interpretar la Palabra de Dios. No se puede negar el influjo negativo del protestantismo liberal del siglo XIX, hijo de la Ilustración, sobre la teología católica a principios del siglo XX, que desembocó en la crisis modernista. Tampoco se puede negar la vigencia de un espíritu modernista que, como decía el Papa Pablo VI, "bajo otros nombres está todavía vigente". Pero es también verdad que, desde hace décadas, también en el área protestante se han dado notables ejemplos de una saludable reacción contra un racionalismo reductor, mientras que algunos exégetas católicos han quedado detenidos en el tiempo de la hipercrítica racionalista.

El Autor reconoce que hace afirmaciones polémicas cuando en p. 18 habla de la "pérdida de la autoridad del obispo limitada por un lado por la Conferencia episcopal y por otro del consejo del presbiterio". Personalmente tomo distancia del aserto, que por lo demás no hace a la sustancia de sus reflexiones.

En cuanto a la interpretación de Mt 25, 31-46, podrá ser libremente discutida entre los especialistas. Bojorge da buenas razones y encuentra sólidos respaldos para defender la suya: se trata del juicio a los no creyentes según la actitud que hayan tenido hacia los "hermanitos de Jesús", o sea sus discípulos. Se descarta, pues, que se trate del único y universal camino de salvación que deberían transitar creyentes y no creyentes para salvarse, practicando una filantropía o solidaridad interhumana. Aun si se encontrara plausible esta interpretación, se tiene la impresión de que el justo rechazo ante el sentido político y secularista que en el Uruguay le ha dado a esta parábola Juan Luis Segundo, divulgando posturas de la teoría del cristianismo anónimo, tal rechazo ha condicionado más de la cuenta la intelección del pasaje. Desde la época patrística hasta nuestros días, teólogos, autores espirituales y textos del Magisterio eclesiástico han interpretado esta parábola entendiéndola en el sentido de una misteriosa solidaridad y presencia de Cristo en el prójimo necesitado, con el cual Él se identifica. ¿Siglos de masivo error?. ¿No habrá que buscar una explicación más integradora?.

En suma, un libro para recomendar, útil y constructivo, que merece nuestra felicitación, aplauso y reconocimiento, y que puede ser un antídoto valioso contra las lecturas deformantes, y un estímulo, a la vez, para conjugar la imprescindible fidelidad a la hermenéutica eclesial de la Escritura con el rigor de las exigencias de los legítimos métodos histórico-críticos.


+ ANTONIO MARINO
Obispo auxiliar de La Plata







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