La gracia amarga del hermano Cortés: progresismo eclesial
Luis Fernando Pérez Bustamante
Empiezo por reconocer que Religión Digital se apuntó un gran tanto cuando fichó a José Luis Cortés, que se ha convertido en el viñetista de referencia de dicho portal religioso. Y en comunión plena con su línea editorial.
No estamos ante un hombre que empiece en esto del “humor". No hay más que leer el perfil que él da de sí mismo:
Nací en Málaga, y tenía 17 años cuando comenzó el Concilio Vaticano II. Mis estudios con la Congregación Salesiana me llevaron primero a Puerto Rico, luego a la República Dominicana y, finalmente, a Italia. Sin embargo, la ordenación sacerdotal la recibí como sacerdote secular, y durante unos años ejercí el ministerio en la parroquia de San Atanasio, en el barrio de Tetuán, de Madrid.
En 1981 empecé a trabajar en un gran grupo editorial, en el que desarrollé distintas responsabilidades, y con el cual también tuve ocasión de trabajar con una compañía francesa y, más tarde, durante seis años, viviendo en Italia. En este grupo me acabo de jubilar, el 17 de octubre.
Mis primeros dibujos se publicaron en la revista “Vida Nueva” en 1975, y de 1976 data mi primer libro de cómics, “¡Qué bueno que viniste!”, al que han seguido otros cuantos hasta el último, “Pablo, el de los pueblos”.
No me queda claro si Cortés abandonó el sacerdocio o si lo sigue ejerciendo. En todo caso se le conoce sobre todo por sus cómics. Y el que no le conociera, lo puede hacer ahora leyéndole en RD.
Es evidente que el “hermano Cortés” tiene talento. Sus mensajes son directos, agudos, penetrantes, explícitos, contundentes. Su problema, aunque no tengo nada claro que él lo vea como problema, es que su amargura contra la Iglesia y la fe católica sobrepasa con creces su talento. Representa a la perfección el tipo de creyente “progre” que no puede evitar sentirse incomodísimo en la Iglesia Católica. Valgan como ejemplo estas dos viñetas:
Podría poner muchos más ejemplos, pero con esos dos basta. Quien es capaz de dibujar y escribir eso demuestra que desprecia miserablemente a la Iglesia de la que se supone que forma parte. Eso sí, consigue el aplauso de los que, como él, quieren otra Iglesia. Y añado que tienen derecho a querer otra iglesia. Lo que no tiene sentido es que permanezcan en la nuestra. Es decir, en la Iglesia del Papa, de los obispos y sacerdotes en comunión con él, de la totalidad de los concilios, del Credo, del Catecismo, de los religiosos que no han traicionado su carisma, de los católicos fieles al Magisterio, etc.
No hay típico tópico del progresismo eclesial que no aparezca en las viñetas de Cortés. Y no hay mayor prueba que leer su blog para entender lo lejos que está ese progresismo del alma católica. La cosa es bien simple: no compartimos la misma fe, no estamos en comunión, no podemos ser miembros de una misma Iglesia, a menos que ésta sea un lugar donde lo mismo dé ocho que ochenta.
Son muchas las ocasiones en que he dicho que el abismo que nos separa a los católicos fieles al Magisterio de esa para-iglesia progre es incompatible con una verdadera comunión eclesial. Hay quienes me critican por decir lo que pienso a ese respecto. Como si el mero hecho de constatar una realidad que salta a la vista le convierta a uno en profeta del cisma y de la desunión en la Iglesia. Pero yo pregunto: ¿qué sentido tiene negar la evidencia?, ¿en qué podemos los católicos comulgar con el modelo de cristianismo que plantea el hermano Cortés y cía?, ¿acaso ellos pueden comulgar con la Iglesia a la que amamos y a la que nos sometemos en fidelidad obediente a sus enseñanzas?.
El cisma es una desgracia. Debe de evitarse siempre que sea posible. Pero mayor desgracia es que en la Iglesia de Cristo merodeen falsos maestros que conducen a otros hacia el abismo de la herejía. Los apóstoles fueron muy contundentes a la hora de pedir a los fieles que se apartaran de los heterodoxos de su tiempo. No pueden comulgar de la misma mesa eucarística los que profesan una fe diferente. Eso sólo trae confusión, amargura, rabia contenida y falta de caridad cristiana.
En mi opinión, el hermano Cortés es un hermano separado más, como pueden serlo los protestantes. En algunos aspectos, está más lejos de la fe católica que muchos de ellos. Que él pueda ser presentado como católico demuestra que la crisis pre y postconciliar -no acepto que sea sólo “post"- ha afectado más de lo deseado a la identidad de los fieles católicos. La Iglesia no puede estar predicando contra el relativismo y al mismo tiempo practicarlo mediante la inacción ante los que, en su seno, predican algo contrario a sus enseñazas.
En su post de hoy, José Luis Cortés dice: "Hay quien piensa que la fe auténtica se asegura con condenas… y hay quien está seguro de que con condenas nunca se desarrolla una auténtica fe". De lo que yo estoy seguro es de que si la Iglesia no hubiera condenado las herejías a lo largo de los siglos, hoy no existiría Iglesia. No se condena por el placer de condenar sino por amor a la verdad que nos lleva a la vida eterna. Al hermano Cortés le puede parecer que la salvación tiene poco que ver con la verdad. La Escritura dice lo contrario. Es preferible que, en caridad, te condenen tus errores en vida para que puedas ser salvo, a que te dejen en la mentira que sólo conduce al padre de las mismas.
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